domingo, 7 de julio de 2013

Reflexiones sobre la creación


¿Qué había antes del mundo? Existía Dios. Y Dios creó el cielo y la tierra, el día y la noche, las estrellas y los árboles, el sol y la luna, las plantas y los animales. ¿Pero qué alcance tiene el relato de la creación en la biblia?  A lo largo de los últimos siglos la ciencia del hombre ha avanzado muchísimo y hemos descubierto tanto galaxias gigantescas a miles de años luz como los pequeños átomos que componen el universo. Hemos descubierto que millones de años antes de que existiera el hombre, la Tierra ya había visto a otros huéspedes. Y con base en lo anterior y en las teorías sobre la evolución hay quienes afirman que el relato bíblico de la creación ha perdido validez o que al no ser “útil” para describir la historia natural de la Tierra debería ser desechado. Aún más, hay quienes se sorprenden por el hecho de que la cristiandad base sus creencias en libros tan equivocados como la biblia.

Antes de continuar debemos hacer una consideración importante sobre la biblia. No es, como muchos pretenden, un libro científico. No pretende explicar el cómo del universo sino el porqué del pecado y de la necesidad de un salvador para la humanidad.

¿Qué alcance tiene pues el relato de la creación?  No pretende explicar el origen ni mucho menos la evolución del universo (lo cual no implica que todo en la naturaleza no sea obra de Dios). Lo que sí pretende explicar es que el hombre es la razón de ser de la creación. Creados a  imagen y semejanza de Dios tenemos la razón para comprender el orden de las cosas establecidos por dios y la voluntad de dirigirnos por nosotros mismos para nuestro bien verdadero.

Lo único que se le pidió al hombre y a la mujer fue no comer de un árbol, el árbol del conocimiento del bien y el mal. Ellos vivían en el estado de santidad en el que fueron creados y vivían en el Edén en estrecha relación con Dios. El los conocía y ellos lo conocían. El hombre reconocía a Dios como su creador y como la fuente de todo cuanto necesitaba y por ello confiaba en Dios y lo obedecía.

Y entonces fue que el demonio, un ángel que había decidido ser rebelde ante Dios, engañó al hombre pues lo despreciaba y quería romper con el orden establecido por Dios haciendo perder al hombre su favor ante su creador. Convenció así al hombre de comer del árbol prohibido y  dejó morir en su corazón la confianza hacia el creador.

El hombre siempre había vivido en libertad en el Edén pero abusó de esa libertad y vemos cómo, por este pecado, es el hombre el que se esconde de Dios. No es Dios quien aparta al hombre de si, sino que es el hombre quien se aparta de Dios. El hombre deja de reconocer a Dios como la fuente de cuanto necesita y por eso ahora será él quien deba trabajar la tierra, y el pecado le traerá la muerte no solo del cuerpo sino también del alma que Dios había creado en santidad.

El hombre ya no puede vivir entonces al lado de Dios, y aún cuando Dios sigue conociendo al hombre el hombre ya no conoce a Dios como antes. Ha perdido esa confianza y ha dejado entrar el mal en su corazón. Sin embargo Dios no quiere dejar así al hombre y por la misma libertad por la que el hombre se alejó de Dios puede regresar a él por medio del arrepentimiento y gracias a la misión redentora de Jesús, el Mesías.
Así comienza pues la historia de la salvación del hombre, una búsqueda continua del alma humana por volver a su creador y de Dios por ver regresar al hombre. Dios quiere que el hombre vuelva a amarlo y que confíe en él como antes pero eso debe ser una decisión libre del hombre. Por ello, Dios se va revelando al hombre poco a poco y terminará por entregar a su hijo, Jesús, para  salvación de los hombres. Por medio de esta revelación el hombre puede volver a conocer a Dios, re-conocerlo como su creador y fuente de vida durante el antiguo testamento y como su salvador en el nuevo.


Este es el mensaje de la biblia, el porqué de la caída del hombre y el cómo fue necesario que viniera Jesús para poder alcanzar la santidad y poder regresar finalmente al creador. Dios permitió que el hombre cayera, pero también permite que por medio de Cristo el hombre vuelva a él. ¡Feliz la culpa que mereció tal redentor!

Dejo finalmente un extracto de una homilía de Benedicto XVI del día 6 de enero del 2011. Hablando de los magos que siguieron la estrella dice:

«Debemos volver al hecho de que esos hombres buscaban las huellas de Dios; buscaban leer su “firma” en la creación; sabían que “los cielos narran la gloria de Dios” (Sal 19,2); estaban seguros, de que Dios puede vislumbrarse en lo creado. Pero, como hombres sabios, sabían sin embargo que no es con un telescopio cualquiera, sino con los ojos profundos de la razón en búsqueda del sentido último de la realidad y con el deseo de Dios movido por la fe, como es posible encontrarlo, incluso se hace posible que Dios se acerque a nosotros. El universo no es el resultado de la casualidad, como algunos quieren hacernos creer. Contemplándolo, estamos invitados a leer en él algo profundo: la sabiduría del Creador, la inagotable fantasía de Dios, su infinito amor por nosotros. No debemos dejarnos limitar la mente por teorías que llegan siempre sólo hasta un cierto punto y que -si miramos bien- no están de hecho en contradicción con la fe, pero no logran explicar el sentido último de la realidad. En la belleza del mundo, en su misterio, en su grandeza y en su racionalidad no podemos dejar de leer la racionalidad eterna, y no podemos menos que dejarnos guiar por ella hasta el único Dios, creador del cielo y de la tierra. Si tenemos esta mirada, veremos que el que creó el mundo y e que nació en una cueva en Belén y sigue habitando entre nosotros en la Eucaristía son el mismo Dios vivo, que nos interela, nos ama y quiere llevarnos a la vida eterna.»

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