miércoles, 1 de enero de 2014

Reflexiones sobre el sufrimiento

“ -¿Cómo van a gritar? Es cosa de un instante. Se coloca al hombre sobre una plancha y en seguida cae la cuchilla, movida por una potente máquina llamada guillotina. La cabeza queda cortada antes de tener tiempo de parpadear. Los preparativos son horrorosos. Sí, lo más terrible es cuando leen la sentencia al condenado, cuando le visten, cuando le maniatan, cuando le conducen al cadalso… Recuerdo que el criminal era un hombre inteligente, maduro, fuerte y resuelto. Pero le aseguro, aunque no me crea, que cuando subió al cadalso iba llorando y blanco como el papel. ¿No le parece increíble y tremendo? ¿Cómo cabe que haya quien llore de miedo? Yo no creía que el terror pudiese arrancar lágrimas a un adulto, a un hombre de cuarenta y cinco años que no había llorado jamás. ¿Qué pasa en el alma en ese momento? ¿Qué terrores la dominan?
-Al menos con ese género de suplicio no se sufre mucho.
-Eso es precisamente lo que todo el mundo dice y para eso se inventó la guillotina. Pero yo, mientras asistía a la ejecución, me decía: “¿Quién sabe si la rapidez de la muerte no la hace más cruel aún?”

El idiota. Dostoievsky

Todos sabemos que tarde o temprano debemos morir pero eso no hace que hablar de la muerte, en especial de la propia muerte, resulte sencillo dado que muchas veces causa temor. Tal vez porque la muerte generalmente va acompañada de sufrimiento, no solo para la persona que muere pero también para la gente a su alrededor, su familia o sus amigos, y en algunas ocasiones se lamenta la pérdida por toda una comunidad o incluso por el mundo.

O quizá también porque la muerte puede llegar de varias formas y en cualquier momento. Es verdad que no conocemos el día ni la hora pero tampoco la forma en la que llegará y eso puede aumentar el temor que se tiene a la muerte.

He notado que en general la gente dice preferir una muerte rápida sin mucha agonía y sonaba bien hasta que me topé con esa frase del idiota de Dostoievsky y lo digo así porque hoy en día parecería idiota pensar que una muerte rápida es más cruel que una muerte lenta por una enfermedad crónica o por un avance excesivo de la edad que vuelve a alguien “dependiente” de los demás.

La verdad es que he encontrado muy ciertas las reflexiones del escritor ruso. Cuando alguien muere rápidamente es generalmente una muerte violenta, y en especial para los que se quedan. Cuando una persona muere repentinamente no faltará aquél con quien no alcanzó a reconciliarse o ese hijo que desde hacía tiempo quería disfrutar un tiempo con su padre…sí, creo que son crueles y violentas las muertes rápidas y en especial cuando lo rápido no es en si el suceso de la muerte sino el tiempo que vivió una persona; es muy cruel y violento ver la muerte de tantos niños por la razón que sea.

En contraste cuando una persona muere después de una larga agonía por una enfermedad o por su avanzada edad generalmente existe un ambiente de paz y tranquilidad. Luego de las dificultades que provocó esa agonía ahora se puede descansar. Y además, sabiendo que la muerte está cerca, se puede por decirlo de alguna manera, dejar listos todos los asuntos pendientes como esa reconciliación o aquel hijo del que hablábamos.

Ahora bien, muchos dirían que la enfermedad en sí también es cruel y violenta. Es claro que ahora se tiende a evitar el sufrimiento y se le tiene más miedo aún que a la misma muerte. Me parece que esto se debe a que la gente no sabe vivir el sufrimiento y tal vez hasta podría decirse que no lo valora lo suficiente. En un contexto religioso el sufrimiento puede valorarse y sobrellevarse si se une al sufrimiento de Cristo en la cruz. Devolviendo así no sólo el valor y la dignidad de los que sufren sino tal vez más aún, haciéndolos partícipes de ese camino redentor como decía Juan Pablo II  cuando hablaba del sufrimiento humano en un sentido sobrenatural.

Por lo tanto esa tendencia general a aceptar la eutanasia para evitar ese sufrimiento termina por no reconocer el valor de la vida humana con todo lo que conlleva además de que suele ser un acto bastante egoísta aunque en general esto sea inconsciente. Los  hijos que viendo a sus padres enfermos y viejos buscan en ese “evitar el sufrimiento” quitarse el peso de encima cuando no el estorbo que representan sus padres. El Estado que promueve la eutanasia busca también en ese “evitar el sufrimiento” reducir gastos de salud pública. Aquel cónyuge que quiere “evitar el sufrimiento” de su esposo o esposa muchas veces quiere evitar su propio sufrimiento para poder continuar su vida. La verdad es que la eutanasia parte de la falsa idea de que el sufrimiento o la edad restan dignidad a la persona  y quizá su vida ahora vale menos que la muerte.

Finalmente también Juan Pablo II hablaba del sufrimiento en un sentido humano diciendo que en él el hombre se encuentra a sí mismo, su propia humanidad, su propia dignidad y su propia misión.

El sufrimiento tal vez sea inevitable pero es una parte importante de la naturaleza humana. Por lo tanto, no debemos permitir que el sufrimiento vaya en detrimento de la dignidad humana sino que, por el contrario, debemos entender su importancia en nuestras vidas y solo así podremos ser capaces de comprender y no abandonar a las personas que sufren.